miércoles, 10 de febrero de 2016

REUNIÓN URGENTE


Pronto llegaría el gran día. Comenzó a circular el e-mail. La convocatoria decía:
Reunión urgente, día 10 de febrero
Asunto: Día de los enamorados
Asistentes: santos y Dioses del mundo
Hora y lugar: 12:30 Café Nube Olimpo
Todo parecía indicar que la reunión sería interesante… Ese mismo día sobre las 12:10, San Antonio, encargado de presidir la convocatoria, por su oratoria impecable, repasaba el guión. Mientras, en frente se encontraba Cupido,  ciego por pillar un tocinito de cielo y saborear una deliciosa nube de algodón. A pocos metros estaba Eros, andaba un poco perdido por el Café no sabía muy bien donde ubicarse. Luciendo palmito por la sala apareció Afrodita y San Alejo, un poco perplejo, pues iba de muy  mal atuendo. Cuando se procedía a  la lectura del acta de la sesión anterior,  aterrizó  Himero, que se sentó al lado de Eros. San Valentín había enviado un WhatsApp a San Antonio, llegaría con retraso, pues debía casar a dos enamorados, Milda era la madrina. Santa Catalina confirmó su ausencia, estaba muy ocupada resolviendo conflictos amorosos y escribiendo cartas de amor por encargo.
 
Una vez  leída  el acta de la sesión anterior, San Antonio procedió con el primer y único asunto del día: Planificar el día de los enamorados. Después de mucho deliberar, se llegó a la conclusión, por unanimidad, como en años anteriores, proceder a la externalización de la planificación. La empresa elegida sería: “El Cofre  Burles”. No habiendo ruegos  ni preguntas a tratar, se dio por finalizada la reunión, a las 13:00 horas. Seguidamente la empresa externa ofreció un piscolabis.

martes, 2 de febrero de 2016



DISFRAZ A MEDIAS...

Este año, iba a ser diferente. Se acercaba el martes de carnaval y quería impresionar... Acudió a la modista y le tomó medidas, en dos días debía volver a por su disfraz. Orgulloso pensó -¡Este año no me conoce ni dios!-
Recogió su disfraz, recién planchado, bien almidonado, blanco muy blanco. Las alas hechas de plumas sintéticas, parecían querer elevarse al mismo cielo... Eran grandes, majestuosas. Caída la tarde, deberían   brillar... Mientras se acicalaba de ínfulas, se recreó en su ego -por fin voy a disfrutar de un día de gloria-  Ya en la fiesta, comenzó con su garbeo de ensueño: bondad infinita (quería parecer bueno), hasta que escuchó el eco de su propia bofetada. Entonces, se reverberó ante el espejo de sus vanidades y se vio así mismo. Se le olvidó la máscara.

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